lunes, 19 de febrero de 2007

La Derecha y su preocupacion por el Estado.....



La derecha chilena ha conseguido, en otro ejemplo de su capacidad para tergiversar la realidad, convertir en términos equivalentes a la expresión "sacrosanta unidad de la patria" y a la palabra "estado". Tal vez, movido por cierto afán didáctico que me resulta difícil evitar al tratar de determinados temas con según qué personas, sea conveniente revisar lo que quiere decir "preocuparse por el Estado". Y como parece que la explicación puede resultar un poco compleja, tal vez sea mejor ir enumerando alguna de las cosas que no son "preocuparse por el Estado", para, tal vez por eliminación, encontrar el verdadero significado de ese concepto.

Preocuparse por el Estado no es, por ejemplo, que una embarazada tenga que parir en una media agua, porque no haya ambulancias disponibles para trasladarla a un hospital. Preocuparse por el Estado sería conseguir que la embarazada llamara a urgencias, y éstos tuvieran ambulancias y personal suficientes para atenderla y trasladarla a un hospital cercano a su domicilio, bien equipado, y no masificado.

Preocuparse por el Estado no es, por ejemplo, que para suavizar los atascos diarios de entrada y salida a la capital del mismo se construyan carreteras en régimen de concesión, y que los usuarios tengan que pagar un peaje para poder ir de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. Sobretodo, teniendo en cuenta que van al trabajo, entre otras cosas, para cobrar un sueldo del que se le retienen unos impuestos, y con el que van a comprar cosas grabadas con más impuestos.

Preocuparse por el Estado es proporcionar a los ciudadanos las infraestructuras necesarias para su transporte, sin que ello tenga que suponer un coste adicional más allá del estrictamente necesario. Preocuparse por el Estado no es que el transporte público sea lento, incómodo, que esté continuamente al borde de la avería. Preocuparse por el Estado es hacer que los ciudadanos puedan moverse con rapidez y con la mayor comodidad posible, sin que tengan una avería en su medio de transporte un día sí y otro también.

Preocuparse por el Estado no es que en una ciudad con un alto porcentaje de población inmigrante, no haya programas de integración o de enseñanza del idioma que no estén privatizados, y que no se estén llevando a cabo por entidades privadas que pueden tener tanto de buena voluntad como de ganas de asegurarse la subvención. Preocuparse por el Estado sería hacer que el mismo tuviera en primer lugar voluntad, y en segundo lugar los medios humanos y materiales necesarios para ejecutar políticas sociales eficaces.

Preocuparse por el Estado no es hacer que cada vez se gaste más dinero en subvencionar la enseñanza religiosa, y cada vez menos en asegurar una enseñanza de la mejor calidad posible al alcance de todos. Preocuparse por el estado sería, por ejemplo, hacer que la enseñanza que se paga con el dinero de todos no enseñara a los alumnos que hay ciudadanos con más derechos civiles que otros dependiendo de su orientación sexual.

Preocuparse por el Estado no es seguir avanzando en modelos de ciudad que sólo son habitables para los que viven de los centros históricos, y no para los que viven en el extrarradio. Preocuparse por el estado es hacer que todos los ciudadanos puedan disfrutar de zonas verdes, de lugares de paseo, de esparcimiento, donde poder llevar a jugar a sus hijos, sin necesidad de desplazarse lejos de su casa.

Preocuparse por el Estado no es hacer que la carga fiscal sea cada vez menos progresiva, algo en lo que, por cierto, el color del gobierno no parece ser un factor diferencial, y que cada vez todos paguemos proporcionalmente más impuestos indirectos y menos directos. Preocuparse por el Estado sería asegurar la progresividad de los impuestos, que los que los que más tienen paguen más en proporción, y que además, esa diferencia proporcional sea notable y considerable.

Preocuparse por el Estado no es dejar la seguridad en el transporte y en los lugares públicos en manos de vigilantes privados que hacen orgullosa ostentación de símbolos pinochetistas. Preocuparse por el Estado es asegurarse de que los encargados de la seguridad sean los agentes comisionados para esa tarea por el propio Estado, elegidos y entrenados con la mayor de las convicciones democráticas.

El Estado, en definitiva, es la entidad que el ser humano, en su organización como sociedad, ha creado para suavizar las desigualdades, para diluir nuestra propia crueldad hacia el más débil, para repartir la riqueza que generamos en beneficio de todos. Desgraciadamente, el término se está contaminando de un significado que nada tiene que ver con el original. Ojala los que tanto se llenan la boca con la palabra Estado, y a los que tanto les preocupa la ruptura del mismo, no llevaran tantos años haciendo todo lo posible por hacerlo desaparecer.