lunes, 20 de agosto de 2007

PS...Duelos de Titanes....


El Partido Socialista se encuentra en una encrucijada. Debe decidir su candidato presidencial entre Ricardo Lagos y José Miguel Insulza. Las disputas por el liderazgo interno del PS y las evaluaciones sobre qué tanto más se puede debilitar el gobierno de Bachelet complejizan todavía más la decisión.

Todos los partidos legítimamente aspiran alcanzar y mantener el poder. Después de ser socio minoritario de la Concertación con Aylwin y Frei, el PS casi llegó a La Moneda con Lagos. Pero el primer presidente socialista desde Allende terminó siendo más PPD que PS. Con Bachelet, el PS entró a La Moneda por la puerta ancha. Pero la primera presidenta de Chile gobernó con un discurso más de izquierda que Lagos pero con políticas igualmente neoliberales (con rostro humano) que sus predecesores. El PS no logró que el timón del país girara a la izquierda. Los errores no forzados del gobierno de Bachelet, coronados con el Transantiago, la han debilitado en extremo. Nadie se atreve a implementar nuevas políticas públicas por el temor a un nuevo escandaloso fracaso. Para todos los efectos prácticos, este gobierno se terminó.

El resto de los partidos concertacionistas—y ciertamente la oposición—ya están preparándose para 2009. Por más leal que quiera ser con Bachelet, el PS no se puede quedar atrás. El socialismo pretende existir, y seguir en el poder, más allá del bicentenario. La presión para barajar cartas presidenciales sigue en aumento.

Las opciones son dos: el ex presidente Ricardo Lagos y el ex titular del Interior José Miguel Insulza. Ninguna es perfecta para el PS. Lagos está mejor en las encuestas, pero tendrá 72 años cuando comience el nuevo gobierno y lo suyo difícilmente será un gobierno tan transformador como el primero. Además, Lagos fue mucho menos socialista que lo que las bases del partido esperaban. Los aciertos y errores de su administración hacen difícil que Lagos pueda hablar de futuro sin caer en explicar su legado. Ya que quiere seguir ganando elecciones, el socialismo tampoco puede olvidar la necesaria renovación generacional. Como Lagos es un candidato excepcional, pero dista mucho de ser perfecto, muchos en el PS, partiendo por su indiscutido líder Camilo Escalona, prefieren la alternativa.

José Miguel Insulza tiene reconocidas fortalezas, pero también tiene problemas. Si bien su nombre despierta adhesión en las encuestas, está por debajo de Lagos y compite con la DC Alvear. Sus diez años como ministro también lo hacen cargar con un legado difícil. Insulza defendió a Pinochet. Pero sus años en La Moneda constituyen garantía de que Insulza, con un discurso moderado y atractivo más allá del socialismo, tiene mucho más de izquierda que Lagos. Para los PS históricos, la condición de católico de Insulza resulta difícil de aceptar. Pero su pasado DC y MAPU le permiten llegar a sectores moderados. Su principal problema, no obstante, radica en que es el Secretario General de la OEA y su periodo termina en 2010. Para ser candidato, tendría que renunciar antes.

Como hay elecciones municipales en octubre de 2008, los aspirantes a alcaldes y concejales socialistas querrán hacer campaña junto a figuras nacionales. Si Insulza no se viene a dirigir la campaña municipal de su partido, difícilmente podrá superar a Lagos en las encuestas. Si renuncia a la OEA y se viene, obligará a Lagos a definir sus intenciones. Pero Insulza equivocadamente pareciera estar esperando a que Lagos mueva pieza primero.

Lagos tiene la mejor opción de ser candidato. Si Insulza quiere llegar a La Moneda, tiene que empezar a moverse. La estrategia de Escalona parece ser forzar a Insulza a definirse para así inducir la retirada de Lagos. Aunque siga demostrando lealtad con el gobierno, Escalona ya ha empezado a apurar la definición de la próxima carrera presidencial. El PS existió antes de Bachelet y el desafío de Escalona es lograr que siga en el poder más allá del fin de esta administración.

viernes, 29 de junio de 2007

Nos quedo grande el Poncho.....


En estos 17 años de gobierno, la Concertación construyó exitosamente un país. Pero este nuevo Chile le está quedando grande a la coalición. A menos que se modernice para ponerse a la par del país, la Concertación será incapaz de liderar a Chile en una nueva etapa de desarrollo.

La Concertación recibió un país dividido, con altos niveles de pobreza, exclusión social y un legado de violaciones a los derechos humanos y autoritarismo. Con dificultades, responsabilidad, creatividad y disciplina—y con la colaboración ocasional de la derecha—la Concertación lideró la transición hacia la democracia. Al apropiarse del modelo económico, supo rescatar lo mejor de la dictadura. Cuando puso un énfasis especial en la reducción de la pobreza y buscó ser presidente de todos los chilenos, Aylwin inauguró un periodo de crecimiento y consolidación democrática sin precedente. En tres gobiernos de Concertación, el país cambió, y para bien.

Desafortunadamente, la Concertación se quedó pegada en el pasado. Cuando las cosas no funcionan bien, culpa a la dictadura. Cuando hay problemas de gestión, alega que antes las cosas eran peores. Mientras Chile ya dejó atrás ese doloroso y divisivo legado, la Concertación recurre a Pinochet para darle sentido a su existencia. A diferencia del país que dio vuelta la página, la Concertación sigue con un discurso de transición y construcción de la democracia. Por eso, en vez de dedicarse a combatir la corrupción y la opacidad, la Concertación alega superioridad moral para gobernar. En lugar de promover la modernización del estado y combatir el nepotismo y el amiguismo, la Concertación recuerda las privatizaciones irregulares en dictadura. En vez de introducir más competencia y transparencia en el sistema de partidos, acusa a los políticos de derecha de cercanía con el legado autoritario.

Pero además, la Concertación ahora ni siquiera es capaz de dar gobernabilidad. La falta de liderazgo político de Bachelet, las disputas entre Belisario Velasco y Viera-Gallo (donde se va imponiendo el segundo), las indisciplinas parlamentarias, la guerra civil entre Alvear y Zaldívar en el PDC y los impúdicos negociados para conseguir votos en el Congreso subrayan que la máquina de gobernabilidad concertacionista ya no funciona como el reloj suizo de comienzos de los 90.

Felizmente para la Concertación, su principal aliado es la propia oposición. Cuando hay elecciones, gana quien ofrece la alternativa más convincente. Por eso, no basta con criticar las debilidades del gobierno. Para ganar, la Alianza debe presentar una opción más atractiva. Pero hoy, la derecha parece empeñada en que la Concertación siga en el poder. Las marcadas diferencias estratégicas y tácticas entre RN y la UDI continuamente recuerdan que la Alianza está atravesada por una profunda falla geológica que produce inestabilidad. Cuando Lavín fue candidato único, RN temía las tentaciones hegemónicas de la UDI. Cuando Lavín se vio débil, RN impulsó la candidatura de Piñera. Ahora que RN está mejor posicionado, la UDI teme una pasada de cuentas. Hace unas semanas, Longueira puso fin a sus aspiraciones presidenciales para dejar que el fuego cruzado del oficialismo se concentrara sólo en Piñera. Recientemente, en la UDI han querido incluso reflotar a Hernán Büchi como candidato presidencial. Justo cuando la muerte de Pinochet permitía dejar atrás la pesada carga del legado autoritario, algunos UDI insisten en recordarle al electorado que eran apologistas de la dictadura. Pese a los esfuerzos de sus presidentes Larraín y Larraín, la UDI y RN siguen más preocupados de hacerse daño que de construir una alternativa de gobierno.

Gracias a los gobiernos de la Concertación, Chile cambió para bien. Pero ahora que necesitamos un nuevo impulso, la Concertación parece incapaz de reinventarse. La coalición carece de visión de futuro. Pese a haberlo construido, este nuevo Chile le está quedando grande a la Concertación.

lunes, 19 de febrero de 2007

La Derecha y su preocupacion por el Estado.....



La derecha chilena ha conseguido, en otro ejemplo de su capacidad para tergiversar la realidad, convertir en términos equivalentes a la expresión "sacrosanta unidad de la patria" y a la palabra "estado". Tal vez, movido por cierto afán didáctico que me resulta difícil evitar al tratar de determinados temas con según qué personas, sea conveniente revisar lo que quiere decir "preocuparse por el Estado". Y como parece que la explicación puede resultar un poco compleja, tal vez sea mejor ir enumerando alguna de las cosas que no son "preocuparse por el Estado", para, tal vez por eliminación, encontrar el verdadero significado de ese concepto.

Preocuparse por el Estado no es, por ejemplo, que una embarazada tenga que parir en una media agua, porque no haya ambulancias disponibles para trasladarla a un hospital. Preocuparse por el Estado sería conseguir que la embarazada llamara a urgencias, y éstos tuvieran ambulancias y personal suficientes para atenderla y trasladarla a un hospital cercano a su domicilio, bien equipado, y no masificado.

Preocuparse por el Estado no es, por ejemplo, que para suavizar los atascos diarios de entrada y salida a la capital del mismo se construyan carreteras en régimen de concesión, y que los usuarios tengan que pagar un peaje para poder ir de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. Sobretodo, teniendo en cuenta que van al trabajo, entre otras cosas, para cobrar un sueldo del que se le retienen unos impuestos, y con el que van a comprar cosas grabadas con más impuestos.

Preocuparse por el Estado es proporcionar a los ciudadanos las infraestructuras necesarias para su transporte, sin que ello tenga que suponer un coste adicional más allá del estrictamente necesario. Preocuparse por el Estado no es que el transporte público sea lento, incómodo, que esté continuamente al borde de la avería. Preocuparse por el Estado es hacer que los ciudadanos puedan moverse con rapidez y con la mayor comodidad posible, sin que tengan una avería en su medio de transporte un día sí y otro también.

Preocuparse por el Estado no es que en una ciudad con un alto porcentaje de población inmigrante, no haya programas de integración o de enseñanza del idioma que no estén privatizados, y que no se estén llevando a cabo por entidades privadas que pueden tener tanto de buena voluntad como de ganas de asegurarse la subvención. Preocuparse por el Estado sería hacer que el mismo tuviera en primer lugar voluntad, y en segundo lugar los medios humanos y materiales necesarios para ejecutar políticas sociales eficaces.

Preocuparse por el Estado no es hacer que cada vez se gaste más dinero en subvencionar la enseñanza religiosa, y cada vez menos en asegurar una enseñanza de la mejor calidad posible al alcance de todos. Preocuparse por el estado sería, por ejemplo, hacer que la enseñanza que se paga con el dinero de todos no enseñara a los alumnos que hay ciudadanos con más derechos civiles que otros dependiendo de su orientación sexual.

Preocuparse por el Estado no es seguir avanzando en modelos de ciudad que sólo son habitables para los que viven de los centros históricos, y no para los que viven en el extrarradio. Preocuparse por el estado es hacer que todos los ciudadanos puedan disfrutar de zonas verdes, de lugares de paseo, de esparcimiento, donde poder llevar a jugar a sus hijos, sin necesidad de desplazarse lejos de su casa.

Preocuparse por el Estado no es hacer que la carga fiscal sea cada vez menos progresiva, algo en lo que, por cierto, el color del gobierno no parece ser un factor diferencial, y que cada vez todos paguemos proporcionalmente más impuestos indirectos y menos directos. Preocuparse por el Estado sería asegurar la progresividad de los impuestos, que los que los que más tienen paguen más en proporción, y que además, esa diferencia proporcional sea notable y considerable.

Preocuparse por el Estado no es dejar la seguridad en el transporte y en los lugares públicos en manos de vigilantes privados que hacen orgullosa ostentación de símbolos pinochetistas. Preocuparse por el Estado es asegurarse de que los encargados de la seguridad sean los agentes comisionados para esa tarea por el propio Estado, elegidos y entrenados con la mayor de las convicciones democráticas.

El Estado, en definitiva, es la entidad que el ser humano, en su organización como sociedad, ha creado para suavizar las desigualdades, para diluir nuestra propia crueldad hacia el más débil, para repartir la riqueza que generamos en beneficio de todos. Desgraciadamente, el término se está contaminando de un significado que nada tiene que ver con el original. Ojala los que tanto se llenan la boca con la palabra Estado, y a los que tanto les preocupa la ruptura del mismo, no llevaran tantos años haciendo todo lo posible por hacerlo desaparecer.

jueves, 4 de enero de 2007

¿Clase Politica?



Desde hace unos días, más bien semanas, corre por mi cabeza una amarga sensación acerca de la “clase política”. De hecho, ya me gusta poco esa denominación que acabo de usar y que es usada generalmente de los políticos como una “clase” distinta del resto. En una democracia pura, nunca los políticos podrían ser una “clase” distinta. Todavía me gusta menos comprobar que hay apellidos que continuamente se repiten en la política Chilena, tanto a niveles estatales, como parlamentarias y municipales.

La sensación acerca de esa denominación, unida a un interés decreciente de la sociedad por los asuntos que emanan de nuestros dirigentes, y la creciente abstención que vamos comprobando tras cada nuevo proceso electoral me han hecho replantearme la distancia existente entre el pueblo y los políticos, y no sólo eso, sino también las cuotas de poder dentro de los diferentes partidos políticos.

Analizando ésto, llego a la conclusión de que cada vez nos sentimos menos representados por aquellos que a ojos de la legislación vigente, nos representan, y no sólo eso, si no que a una gran parte de la ciudadanía, casi le daría igual si le gobernaran unos u otros, porque ni siquiera se preocupan por ir a votar.

Intento ver desde un punto de vista crítico la manera de proceder de los diferentes partidos políticos, y me doy cuenta que se trata de pirámides de poder de difícil acceso a su punta, en la que unos pocos deciden sobre las mayorías, con el único objetivo de mantener el poder. De hecho, es curioso observar como ante unos comicios, cambian poco los nombres si se ha ganado los anteriores, y por el contrario cambian con más facilidad si se han perdido (tampoco demasiada), aunque en muchos de los casos para nada cambia el programa, que debiera ser lo realmente interesante y valorable.

Todo esto me ha llevado a plantearme la necesidad del Estado de limitar los cargos de representación pública a dos mandatos. Esto quizás podría ayudar a que el ciudadano participara más de la vida política, con constantes cambios en los nombres, y con una conciencia popular de que la política no es una profesión, si no un servicio público, cosa que ahora parece algo distante de lo que piensan los ciudadanos.

Creo que además, esta limitación en el mandato, no sólo ayudaría a acercar al ciudadano la democracia, sino que también seria una buena manera de desenquistar los poderes públicos. Todos recordamos como en el ultimo periodo de Girardi en la camara fue desastrosa en cuanto a corrupción, o conocemos algún municipio en el que la permanencia de las mismas personas durante muchos años han hecho oscura su gestión, sólo hace falta leer los diarios.

A mi parecer, debiera abrirse la participación a la ciudadanía, sobretodo a nivel municipal, donde seguramente es más fácil llevarlo a cabo, pero también se debieran buscar nuevos métodos para facilitar la comunicación entre ciudadanos y gobierno, con las nuevas posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. ¿Nadie cree que si pudiéramos votar por correo electrónico durante un periodo de tres días, por ejemplo, la participación seria mucho mayor? ¿ Y si pudiéramos contestar a una pregunta acerca de una proposición de ley a través de la web del congreso, no tendrían una opinión de los ciudadanos para debatir?

A mi parecer, este problema no es una cuestión de derechas o izquierdas, me parecen tan reprobables e infumables, la democracia y los partidos deben renovarse, y no se debieran poder perpetuar las personas en el cargo, por más que tengan una legión de seguidores que con el tiempo se convierten en caudillos.

La Politica y los Jovenes.....



La relación que los jóvenes chilenos tienen con el sistema político, se caracteriza por una decreciente participación electoral, una baja identificación con la actividad política y una persistente desconfianza en las instituciones políticas y sus representantes. En conclusión, los jóvenes se encontrarían desencantados de la política.

La desafección política juvenil no es fácil de comprender. Lo paradójico es que se expresa en un escenario de sostenida mejoría en la calidad de vida de la población chilena. Durante la última década, tanto las políticas sociales como el crecimiento económico han permitido un drástico descenso en los niveles de pobreza, un aumento sustantivo de los salarios reales y un mayor y mejor acceso a los servicios sociales y públicos. La restitución de la democracia ha garantizado las libertades políticas y el reconocimiento creciente de los derechos ciudadanos. Pese a estos avances, los jóvenes desaprueban a los políticos, desconfían de las instituciones y renuncian a sus derechos ciudadanos.

Para explicar esta paradoja nos hemos servido de dos hipótesis que desde distintos puntos de vista ofrecen una explicación complementaria a la desafección política juvenil. Una hipótesis postula la incapacidad de la política de generar cohesión social; la otra, la creencia por parte de los individuos de que el sistema político ha perdido -o ya no tiene- la capacidad para conducir la vida social.

Una de las posibles explicaciones de la desafección política de los jóvenes, es que éstos retiran su apoyo a un sistema que garantiza estabilidad institucional, pero no así cohesión social. Esta hipótesis opera bajo el supuesto de sujetos que atribuyen al sistema político la responsabilidad de proveer cohesión y que asumen que los actores políticos tienen el deber y capacidad de hacerlo. ¿Qué antecedentes sustentan esta hipótesis?

Sabemos que los jóvenes valoran la democracia. En general, la consideran la mejor alternativa de gobierno y la mayoría considera que la democracia les sirve. Según datos de la IV Encuesta Nacional de Juventud, 72% de los jóvenes opina que la democracia es preferible a otros sistemas. La mayoría de los jóvenes -75%-, considera que la democracia les sirve. Más jóvenes de lo que se piensa, están dispuestos a votar. De hecho un estudio reciente realizado por el CIDE sostiene que 47% de los estudiantes que cursa segundo medio manifiesta interés por inscribirse para votar.

Sin embargo, también sabemos que los jóvenes asocian la democracia principalmente con la igualdad y/o justicia (50%), la libertad de expresión (44%) y los derechos (28%). No es de extrañarse que Chile, habiéndose convertido en un paradigma de desarrollo en la región, no sea ajeno para los jóvenes el hecho de que siga siendo uno de los países con peor desigualdad del ingreso en el mundo. Las críticas que los jóvenes plantean a la democracia resultan consistentes con estas condiciones. Según la IV Encuesta Nacional de Juventud, la mayoría de los jóvenes está de acuerdo con que Chile es una sociedad democrática que necesita perfeccionamiento (55%). Consultados sobre qué debe mejorar, se inclinan hacia la falta de oportunidades (48%) y la desigualdad y diferencias sociales (36%).

En pocas palabras, los jóvenes apoyan la democracia, siempre y cuando garantice justicia social colectiva y personal y sea capaz de generar oportunidades efectivas. En consecuencia, creemos que la desafección política de los jóvenes, opera como una respuesta ante la disonancia entre el ideal de democracia y la incapacidad del sistema político para ofrecer cohesión social.
La desafección política de los jóvenes puede entenderse como la decisión radical de quitar respaldo a un sistema que garantiza crecimiento, equilibrios político institucionales y macroeconómicos, pero no las oportunidades de manera efectiva. En otras palabras, los jóvenes no parecen dispuestos a participar de un sistema político que sólo asegura gobernabilidad y no cohesión social.

A nuestro juicio, la falta de cohesión social -que los jóvenes demandarían- apunta a la inconsistencia simbólica y estructural entre la imagen de Chile como un país moderno y ejemplar, y la percepción de experiencias ajenas, pero cercanas de precariedad; así como de dificultades para llevar a cabo el proyecto biográfico personal, lo que atenta contra la posibilidad de constitución de un “nosotros” efectivo, propio de las sociedades modernas.
La desafección de los jóvenes de la política, puede tener una explicación complementaria a la anterior. Aquella que sostiene que los jóvenes dejan de creer en la capacidad del sistema político para modificar la vida de las personas.

Esta hipótesis supone, por ejemplo, que algunos sujetos tienden a vivenciar el fenómeno de la globalización, como la implantación de un sistema de altísima complejidad, que funciona y se reproduce por fuerzas incontrolables para los actores sociales y políticos, a pesar que la vida debe ser el resultado de la autodeterminación y autorrealización individual. La desafección política se debería a la creencia en que la política nada puede hacer por cambiar esta situación.
Algunos antecedentes sugieren que se trata de una explicación razonable. Se estima que cerca de 75% de los jóvenes con mayoría de edad no está inscrito en los registros electorales. Según la IV Encuesta Nacional de Juventud, la razón más común es la falta de interés por la política (42%). La política y los mecanismos democráticos ya no tienen el peso requerido para cambiar el estado de cosas.

La creencia en la levedad de la acción política es sugerida también por el Informe de Desarrollo Humano . En su descripción de los imaginarios políticos, se establece que la visión más común acerca de la participación política, corresponde a la denominada participación desafectada. Dicho concepto hace referencia a la creencia -extendida en 1 de cada 5 entrevistados– de que “cada cual tiene que arreglárselas como puede, porque la política no sirve para nada”.

Otro estudio muestra que uno de los rasgos culturales propios de los jóvenes es la sensación de que la identidad personal se define mediante un proceso individual de selección de imágenes y modelos, donde “categorías sociales como la clase social o el género tienen menos importancia que para las generaciones anteriores” (PNUD-Injuv,). A nuestro juicio, el hecho de que los jóvenes se inclinen más hacia la autorrealización, y la selección autónoma de metas y estilos de vida, es un antecedente concomitante al desinterés por la política, caracterizada más bien por la acción colectiva.
Esta “individuación” es un proceso avanzado en los jóvenes chilenos. Según la IV Encuesta Nacional de Juventud, lo que consideran importante para ser feliz, pasa más bien por contingencias individuales, como una buena relación de pareja o el desarrollo personal, más que la realización de síntesis sociales de inspiración colectiva. La gran mayoría (63%) menciona la constancia y el trabajo responsable, como factores para el éxito individual.

No se puede cometer el error de entender que la desafección de la política por parte de los jóvenes es un acto inocuo. Sabemos hace años que es imposible no comunicarse, ya que incluso el silencio comunica.

Sin acuerdo de por medio y sin tener en mente una acción concertada, los jóvenes han tomado la decisión de retirar su apoyo a un sistema político que requiere de su participación para asegurar su legitimidad. Estamos en presencia de un movimiento político peculiar caracterizado por una repuesta política generalizada que lleva a los jóvenes a acumular mucho poder. ¿Qué implicancias puede tener este fenómeno para el sistema político chileno?

La resistencia a votar podría interpretarse apresuradamente como la autolimitación de los jóvenes a participar en el espacio decisorio por antonomasia de la sociedad moderna. Si consideramos sólo las variables edad y número de jóvenes inscritos actualmente en los registros electorales, y asumiendo al resto de las variables como “ceteris paribus”, es decir, constantes, se puede estimar que éstos hacia 2010, tenderían a desaparecer de la población electoral. Irónicamente, una fecha emblemática para la República.

La desafección política de los jóvenes tiene la capacidad de deslegitimar el sistema político. La resistencia a votar por parte de los jóvenes pone en riesgo en el largo plazo a la democracia tal cual la conocemos y valoran los adultos y que nos inspiró por décadas. Hasta ahora, sólo sabemos que la mejor manera de reproducir nuestro sistema político es por el acto electoral “libre e informado”. La creciente resistencia a votar de los jóvenes, simplemente, resta legitimidad -vale decir, credibilidad socialmente sustentada- a un sistema que no asegura por sí solo ni cohesión social ni conducción colectiva… sus consecuencias son insospechadas.

martes, 12 de diciembre de 2006

La imagen de ChilePrimero......



Cuánto alumbrará, creo que muy poco... ojala me equivoque, pero creo que este nuevo referente nació muerto.
La propuesta me parece bastante pobre además, bastante lejos de los intereses reales de la gente y especialmente, bastante lejos de los jóvenes y sus motivaciones.
En efecto, para encantar a los jóvenes con la política en esto de Chile Primero, primero que nada, estos dos parlamentarios deben hacer bien su pega, lo digo así, en ese lenguaje que le gusta usar al senador Flores. Eso Creo. Le invito a leer sobre este tema......
Me parece increíble que el senador Fernando Flores y el diputado Esteban Valenzuela, a estas alturas, crean en el Viejito Pascuero, que pierdan su tiempo y energías, en cositas pequeñas, campañas, iniciativas que no van a ningún lado, que solo les permite una cobertura publicitaria de corto plazo o salir del paso, digamos, apenas, en esta circunstancia.
Para hacer política de la buena, hay que ser político, hay que tener verdadero talento para ello, y en este caso, muy lamentablemente no lo veo, por ninguna parte.
Eso significa que en realidad, deben hacer el trabajo ese que hacen de los políticos, en este caso Primero, deben convencer a sus pares, para democratizar esta sociedad, en su más mínima y elemental expresión.
Para progresar deben hacer un trabajo político, en serio. Eso, antes de pensar en acercarse a los jóvenes.
Los jóvenes no son “tontos...” por decirlo de algún modo y no usar esa palabra tan chilena que le gusta usar a don Fernando Flores, incluso, en momentos quizás inoportunos... en fin.
Es muy básico que se preocupen y lo logren, de terminar con la binominal, ir a la inscripción automática de todos los chilenos mayores de 18 años e ir al voto voluntario. Eso creo facilitaría, como muy primera cosa, la posibilidad de involucrar, motivar y encantar masivamente a los jóvenes con la política.
Me parece increíble que el senador Flores y el diputado Valenzuela, no hayan tomado nota de este elemental y primer asunto. Eso es lo primero. Antes de hacer nada, creo deben logran eso. De otro modo tengo que preguntarme necesariamente, de qué nivel de políticos estas hablando, No se pueden ir de puras promesas. es que no se ha podido, ahora tampoco se puede, no pueder ser en realidad. Falta trabajo político.
No se pueden juntar con la derecha para las pequeñas cosas que convienen a ambos, se deben juntar para tratar lo que Chile necesita y lo primero es una real democracia.
Y para eso, en vez de vivir peleando con sus pares, al interior de nuestro partido, incluso, deberían trabajar con todos los político, para lograr tener lo Primero, que es precisamente eso.
Que la legislación, el ambiente y la imagen pública de los políticos y la actividad política invite y motive a los jóvenes a participar, a tratar de liderar nuevos sueños de futuro para el Chile que viene.
Nada de eso ocurre. Tampoco con estos líderes, digamos. Pasa exactamente lo contrario, entonces terminan por remar contra la corriente y eso en marketing y en marketing político, pasa a ser grave.
Si el buen marketing, no es nada nuevo, ni nada complicado, parte y trabaja, con el sentido común, con lo que es lógico, lo que es razonable, asunto fácil de entender para cualquiera, en cualquier tiempo.
No es cuestión de innovación, nuevas tecnologías y cuentos por el estilo, es como el hilo negro, sigue siendo muy útil y no lo vamos a reinventar ahora, precisamente.
Sin prestigio y alta credibilidad, no vamos a ninguna parte con los jóvenes. Me parece increíble que no lo sepan. Pero eso es así.
Otra cosa, creo no interesa a los jóvenes, a esos que ellos van a intentar meter en la actual ley no sienten cercanía con la política, toda vez que les impone obligaciones que hoy no tienen.
Entonces, cualquier otro cuento, sobre la posible participación políticade los jóvenes, va a volver a caer en el mismo vacío, en el que ya llevamos, casi 20 años.
Para donde van, realmente con este CHILE PRIMERO, no lo sé..... Así presentada la maniobra, me parece de muy bajo nivel, por decir lo menos..., porque electoral, que es una verdadera camisa de fuerzas, precisamente para tantos miles de jóvenes que para encantar a los jóvenes hay que disponer de un planteamiento serio, lógico, atractivo, que haga un real sentido.
Luego, políticos como don Fernando Flores, con sus acciones deben buscar prestigiar la actividad política, en todo momento, en todas sus acciones. Deben proyectar acciones nobles y positivas, lo que veo con mucha nitidez que no viene ocurriendo con don Fernando, precisamente.
Viene metido, en peleas chicas, descalificaciones personales, con motivo de su postulación al partido, donde no gana su presidencia y tampoco lo lidera, muy lamentablemente.
Lo mismo ocurre, con el senador por estos días, donde nuevamente, lo veo en la pelea chica, preocupado de descalificar a los suyos, por pequeñas posibles corruptelas. Todo eso creo no es hacer política, no es sumar, no es encantar a la gente, no es liderar, es pelea chica, muy desgastadora además.
Creo que al senador Fernando Flores, quizás sus emocionalidades, parece ser le juegan muy malas pasadas. Termina jugando de contrario, haciéndose el mismo, sus propios autogoles. Es increíble, pero así es.
Se desgasta y se desgasta, sin asunto. Pare ser que la ansiedad le jugara también muy malas pasadas. Es muy lamentable, para tanto talento, perdido, en este caso, pero así pareciera ser, en realidad.
Creo necesita una buena asesoría de marketing, requiere un asesor de imagen, necesita “un buen manager”. Eso creo. Por siaca, yo no estoy prestando ese servicio, lo digo para que no se confunda el lector. Podría hacerlo, pero no estoy en eso.
Agradezco los comentarios, en cualquier sentido, para provocar una interacción que nos permita avanzar sobre este tema aquí y discutir, incluso en discenso, de acuerdo con la invitación a la que se nos convoca...

jueves, 7 de diciembre de 2006

Partidos Politicos....

Sin partidos políticos la democracia no existe. Es más, cuando los partidos políticos funcionan mal la democracia también funciona mal. A menos que implementemos reformas para hacer más transparentes a los partidos políticos—especialmente en el financiamiento de las campañas—los escándalos de corrupción se convertirán en la norma de nuestra democracia.

Los partidos políticos son a la democracia lo que los hospitales a la sociedad. Los políticos son el equivalente a los médicos. La sociedad no quisiera tener que interactuar con ellos todo el tiempo. Pero cuando nos toca visitar a un médico, queremos que sean los mejores. Una sociedad con hospitales deficientes y malos médicos está destinada al fracaso. Lo mismo ocurre en países donde los políticos tienen mala reputación y los partidos políticos son insuficientemente transparentes. Cuando los partidos políticos no están funcionando bien y los políticos hacen más noticia por los escándalos que por sus contribuciones, el país sale perjudicado.

En la política, la oportunidad hace al ladrón. No debiéramos sorprendernos por los nuevos escándalos destapados en los últimos días. La legislación que regula el actuar de los partidos políticos y el financiamiento de las campañas es deficiente. Los bancos rinden cuenta a la Superintendencia de Bancos, las AFP tienen su propia superintendencia e incluso las Isapres rinden cuenta ante la superintendencia respectiva. Pero no existe una superintendencia de partidos políticos. El Servicio Electoral tiene limitadas atribuciones—y muy pocos recursos—para supervisarlos. La mayoría de los partidos políticos tienen mecanismos poco transparentes para escoger sus directivas y candidatos. La legislación sobre el financiamiento de las campañas privilegia el secretismo sobre la transparencia y no establece mecanismos adecuados de fiscalización. Como resultado, desde el hoyo negro que rodea buena parte del financiamiento de la política regularmente emanan escándalos de corrupción. Es cierto que la reforma negociada entre la Concertación y la Alianza en 2003 introdujo algo de transparencia al sistema. El financiamiento público parcial a las campañas y un tímido mecanismo para inducir a una mayor transparencia en el financiamiento privado constituyó un paso—insuficiente—en la dirección correcta.

Pero los escándalos de Chiledeportes y Publicam han dejado en claro que se debe hacer mucho más.

Una de las principales razones del éxito de Chile desde 1990 ha sido la calidad de la clase política. A menos que tomemos las medidas necesarias para regular y transparentar adecuadamente la actividad política—especialmente el financiamiento de las campañas y los filtros de selección de líderes y operadores en los partidos—todo el país terminará pagando las consecuencias de tener un gobierno sin una clase política proba. Porque el país necesita buenos hospitales y excelentes médicos, es urgente crear una nueva ley de Partidos Políticos con adecuadas atribuciones y suficiente financiamiento.

viernes, 1 de diciembre de 2006

Se Necesitan Jovenes.......



Se necesitan jóvenes en Chile que tengan los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas, capaces de soñar, sin miedo a sus sueños.

Personas determinadas que nunca desistan de construir su destino y arquitectos sus vidas. Que no teman a los cambios y sepan sacar provecho de ellos. Que transformen su trabajo en objeto de placer y de realización personal. Chilenos con dignidad, que se conduzcan con coherencia en sus discursos, sus actos, sus creencias y sus valores.
Personas que perciban, en la visión y en la misión de sus empresas o carreras, un fuerte impulso para su propia motivación. Se necesita de chilenos que cuestionen, no por el simple hecho de hacerlo, sino más bien por la necesidad íntima de aplicar las mejores ideas.
Personas que muestren su fase serena de aliados fraternos. Sin mostrarse superiores o inferiores, pero.....iguales. Se necesita jóvenes, ávidos por aprender y que se enorgullezcan de absorber lo nuevo.
Personas con coraje para abrir caminos, enfrentar desafíos, crear soluciones, correr riesgos calculados, sin miedo a errar. ¿Por qué cometer los mismos errores, si hay tantos nuevos errores por cometer? Se necesita de personas que construyan sus equipos y se integren en ellos. Que no tomen para sí el poder, pero si sepan compartirlo. Personas que no se encandilen con su propio brillo, pero si con el brillo del resultado del equipo.
Se necesita de personas que logren ver los árboles, pero que también presten atención a la magia del bosque. Que tengan la percepción de todo y de cada parte.
Seres humanos justos, que inspiren confianza y demuestren lo mismo con sus aliados, estimulándolos, energizándolos, sin recelo a que le hagan sombra, y sí, enorgulleciéndose de ellos. Se necesita de chilenos que creen en torno de sí un ambiente de entusiasmo, de libertad, de responsabilidad, de determinación, de respeto y de amistad.
Se necesita de seres menos racionales que comprendan que su realización personal está estrellada en sus pasiones y en sus sueños. Se necesita de chilenos que sepan administrar cosas y liderar personas.
Se necesita urgentemente de un nuevo joven, de un nuevo chileno emprendedor que diga.
!ESTOY PARA SERVIR!

Algunas Locuras...

Chile y la JPPD......

Desde la vuelta a la democracia, al interior de la JPPD se han escrito miles de páginas con ideas y propuestas. Todas destinadas a la elaboración de un Proyecto o un Programa para el PPD y Chile. Muchas de ellas también se escribieron para dejar sentadas las ideas y propuestas del PPD en los Programas de cada gobierno de la Concertación. Y todo esto no sólo a nivel nacional sino regional e incluso local. ¿Existe memoria institucional de todo eso, valoración histórica de las miles de horas consumidas en reuniones para pensar Chile, algún archivo que junte los papeles perdidos de todo ese trabajo, que bien o mal, encarna el sueño de democracia de miles de gentes? Que se sepa, en ninguna parte. Lo mismo ocurre en todos los partidos de la Concertación. Hay ahí una prueba del desprecio tecnocrático por el valor de la política, aunque ella esté revestida de toda la dignidad del conocimiento. Eso es desvalorización de la política.

Muchas de las cosas pensadas se plasmaron en la realidad. Como programas ministeriales concretos o simplemente como conceptos gravitantes del discurso político de la Concertación y de sus Gobiernos. Otras, tal vez demasiadas, terminaron en el olvido de dirigentes y gobernantes. Ya sea porque según algunos, otra cosa es con guitarra, y los programas sólo son argucias del momento electoral y no generan ningún vínculo de compromiso entre un líder y su base de apoyo

Lo que francamente resulta indignante al interior del partido es que aún haya dirigentes que tuvieron - o tienen- responsabilidad de negociación y vocería durante más de 10 años, que se atrevan a afirmar que el ppd “no tenemos ideas”. A lo que a veces algunos agregan que la Juventud está agotada y no tiene salvación.

Es una postura indignante porque, montados muchas veces en ideas ajenas, y profitando de ese trabajo anónimo de miles de militantes, que luego ni siquiera tienen la hidalguía de reconocer que existió, han mantenido un núcleo de privilegios que los transforman en una oligarquía que se reproduce al amparo del Estado, sin otro horizonte que la conservación de sus privilegios. Jamás van a reconocer que es a ellos a quienes les faltan las ideas, y que muchas veces se encuentran articulados en torno a una omertá política casi mafiosa, que sólo tiene ejercicio de poder desnudo de ideas.

Ese extraño mal de silencio de nuestros dirigentes se parece demasiado a la sentencia de un personaje de La Silla del Aguila, la novela de Carlos Fuentes: para un político es regla de oro no dejar nada por escrito. No solo lo propio, sino también lo de los otros, no sea que se descubra que sí había ideas y no supo como gobernarlas.

Esta incapacidad de hablarle a la sociedad, o simplemente de ignorarla, es causa fundamental de la crisis de la política y de la desafección ciudadana. Porque es el indicativo mayor de que fue la elite política la que primero expresó desafección por la gente y sus sueños, y envió a la sociedad a buscar la felicidad en los malls y en las tasas de interés. Y si bien la economía es importante, nunca tanto como para que la gente se enamore del PIB.

La primera y fundamental crisis interna de la Juventud PPD es la falta de pensamiento y práctica democrática, que lo inhabilitan para ser un “intelectual orgánico” transparente capaz de asumir un liderazgo social sin complejos y con evidente vocación de mayoría.

2. El valor del trabajo colectivo en la JPPD y nuestro proyecto de país.

Hoy la reflexión y el debate se hacen más necesarios que nunca, pero nos asalta la duda ¿Si volvemos a trabajar esta vez nos “pescarán”?. Ganas no faltan... Sino porque además, la tarea de una sociedad más igualitaria, transparente y democrática tiene todavía mucho camino por delante.

Pero el problema es que nuestros dirigentes solo responden cuando alguien les pregunta algo, solo re-accionan, y no transmiten claridad estratégica acerca de lo que los Jóvenes del PPD proponemos al país.

Chile está en un momento de cambio estratégico como país. No se trata de la antigua discusión interna entre la autocomplacencia sobre lo hecho y la receta del más de lo mismo, y el sentido profundo del malestar democrático que expresa el militante” o las versiones más extremas de la autocrítica PPD del llamado campo de los autoflagelantes.

La discusión de hoy es diferente. Existe la necesidad de repensar nuestra concepción del país que tenemos para aprovechar y darle sentido estratégico a lo que hemos hecho y pasar al país que queremos. Porque, con aciertos y errores, la Concertación ha conducido un ciclo importante de nuestro desarrollo como país y lo ha hecho bien. Pero esos éxitos, fracasos o renuncias, no tendrían sentido si no fuéramos capaces de volver a imaginar el futuro. Ese es el sentido de un PROYECTO PAIS.

El Gobierno de Lagos cerró definitivamente el ciclo de la transición en el imaginario de la estabilidad democrática de Chile. Aunque en términos prácticos se pueda sostener que ella concluyó hace varios años. Lo cerró como un gran y exitoso gobierno de un PPD, que termina con la política de exclusiones y campos vedados a la izquierda en la administración del Estado, que la tragedia de 1973 había levantado como cortina ideológica en nuestro sistema político. Tanto fue el éxito, que una mujer socialista se levanta como uno de los principales rostros de la coalición gobernante. No existen más cargos que no puedan ser ocupados por ppd en la conducción del Estado de Chile. Aunque el peso de la noche empañe cada cierto tiempo el raciocinio político de la derecha llevándola a persistentes diatribas y presiones ideológicas de desestabilización de nuestra institucionalidad. Quizás si uno de los puntos más débiles de todo el proceso democrático actual, sea no contar con un pensamiento de verdadera convicción democrática que sea mayoría política en el campo de la derecha chilena.

Pero el 2010 asumirá un nuevo Presidente de Chile, que bajo nuevas premisas y condiciones, deberá introducir definitivamente al país en el nuevo siglo. El Segundo Centenario de nuestra República, la historia se nos presentará no sólo como memoria, sino como bases del futuro de nuestro país. Los Jóvenes del PPD tenemos la obligación de pronunciarnos acerca de lo que pensamos debe ser ese futuro.

Estabilidad institucional e igualdad social

El éxito y la estabilidad de nuestra economía, tan reconocidos internacionalmente, deja como contrapartida una deuda de igualdad política y social que resulta intolerable hacia el futuro. Que ello se pueda superar sólo con altas tasas de crecimiento, es someter la justicia social a las reglas de la espontaneidad y la política del chorreo, y no a los valores y acuerdos sobre la distribución de la riqueza, que son la base de legitimidad de una República democrática. Es necesario habilitar un modelo social y económicamente integrador, que haga de la ciudadanía y la igualdad política la expresión sana de la equidad económica. En la era de la información y la sociedad del conocimiento, como será el Siglo XXI, ello no es posible sin una profunda revolución educativa. Que permita un salto cualitativo de las capacidades sociales, bajo las reglas de la mayor igualdad, información y transparencia. Ello implica masificar la educación superior, generar pautas públicas de igualdad en materia de calidad, y prácticamente, bajo un sistema republicano de emulación entre ellos, pagarles a los jóvenes para que estudien. Y no transformar la distribución del bien Educación entre la población en un sistema de acceso discriminado por razones económicas.

Convicción democrática

Para sostener ese horizonte la guía debe ser una profunda convicción democrática. No como un ejercicio declarativo de adhesiones públicas al funcionamiento sano de las instituciones. Sino como un testimonio vital y permanente de valores democráticos, que se viven y se practican con honestidad, tanto en la vida pública como en la privada. La rutinización de la figura autoritaria en el funcionamiento de nuestro sistema político demuestra un abandono y una derrota. La sociedad chilena se ha acostumbrado al ejercicio del poder sin consulta. A una especie de binominalismo mental, donde todo está fríamente calculado desde antes, las soluciones son negociadas, y las opiniones disidentes disciplinadas desde las cúpulas. Y ello se debe en gran parte a las prácticas y actitudes de la elite política. Transparencia, elección directa, responsabilidad y control social deben ser reglas cardinales de nuestra democracia.

Un país sustentable, no es solo un problema de producción limpia. Es un concepto y un valor para un país como Chile en la sociedad globalizada. El aprovechamiento real de las ventajas estratégicas logradas por nuestro despliegue comercial en diferentes partes del mundo, dependerá de nuestra capacidad de agregar valor a nuestra economía certificando a Chile como un país verde. Que es, por lo demás, el expediente de mayor potencialidad para aumentar valor en nuestra economía, de acuerdo al tipo de productos que exportamos. Nuestra dimensión de escala económica y la mala distribución del ingreso hacen de nuestro mercado interno una palanca insuficiente para sostener políticas de innovación tecnológica. A menos que estén orientadas a blindar lo que ya existe con una calidad nueva: sustentabilidad ambiental. Ello implica mirar nuestros recursos y nuestro territorio de una manera integral, y desarrollar una administración basada en las regiones, a una velocidad nueva, y con la clara conciencia que somos una economía vuelta hacia el mundo, por lo que nos interesa la estabilidad, la paz y la cooperación en el ámbito internacional.

Pero al vivir la sociedad globalizada, debemos ser dignos y autónomos. Sobre todo a la hora de confrontar nuestra visión del mundo y nuestros intereses, con la realidad imperante en el medio internacional. Sostenemos como intangibles entre otros, los principios de la autodeterminación, la paz y la cooperación, la no agresión, la prohibición del uso de la fuerza en los conflictos y controversias internacionales, o su empleo legítimo y controlado de acuerdo a las normas de la ONU, la existencia de derechos humanos que no pueden ser violados por nadie y la voluntad de perseguir y castigar o acatar el castigo que se imponga por un tribunal a sus violadores. No hay compensación u omisión posible frente a quien viola estos principios. Un país digno y autónomo que se guía por tales valores no significa un país autárquico. Chile es un país que precisa de sus vecinos y de un ambiente internacional de cooperación y confianza. Por ello debe expresar una política exterior más amable, de mayor sensibilidad cultural, y con una vocación permanente a la creación de confianza.

Pero la dignidad nacional frente a otros no existe cuando omite la dignidad de los propios al interior del país. De las minorías, los pobres, los marginados. Nuestro concepto de la seguridad es la Seguridad Humana, y solo son dignos y autónomos aquellos países en los cuales todas las personas tienen la oportunidad de una vida decente.

Política de alianzas: El valor de la Concertación y la sociedad decente

La mayoría de los Jóvenes del PPD no creemos en la inmutabilidad de la Historia…
Nuestra lucha por la igualdad y por una sociedad decente, en la cual las instituciones no humillen a las personas, se nutre del más profundo humanismo y convicción de libertad. Provenimos de diferentes corrientes, laicas o cristianas, que creen que en una sociedad democrática no pueden existir privilegios. Y que una fuerza política, además de mayoría social debe ser también una fuerza cultural capaz de influir en la manera como la gente percibe su vida, sus valores y su bienestar.

Creemos que la Concertación de Partidos por la Democracia ha sido la muestra más potente de la Historia de Chile de que una alianza política amplia, con convicción y confianza, puede cambiar el sentido de la historia nacional. La recuperación de la democracia y los cambios introducidos en la gestión del gobierno y la sociedad, hacen que Chile sea hoy un país no sólo de democracia recuperada y un alto crecimiento económico, sino un país parado de manera expectante frente a su desarrollo y progreso social. Pero sabemos que, al mismo tiempo, somos un país de muchas injusticias. Que el temor por el futuro se apropia de la clase media y los más pobres de nuestro país, haciendo de la incertidumbre el mal que corroe nuestra cohesión social. La historia política de la humanidad da múltiples ejemplos de que cada vez que el temor se apropia de las mentes de la gente, o la desconfianza y el desprecio por la vida pública se hacen un hecho corriente en la sociedad, se abren las compuertas al populismo y a las reacciones autoritarias.

Este es el momento de asumir una nueva tarea. Poner a Chile como un país de alto desarrollo humano en los años futuros. Capaz de sostener un ritmo de crecimiento cultural, político y social de igual o superior magnitud que el económico, y con tranquilidad y felicidad para su gente. Para ello, ya hicimos del despliegue inicial de nuestra potencia como país, vencimos la inercia de la geografía, el bloqueo más duro del autoritarismo y el aislamiento internacional por la falta de democracia. Ahora corresponde dar el salto en la calidad de la democracia. Y eso es invertir en la gente. Sólo la Concertación, con sus contenidos humanistas que conviven en su mundo interior, puede hacerlo. Debemos volver a la gente, no ya para convocarla a una nueva epopeya política pues no tenemos un dictador ni su amenaza al frente. Sino para convocarla a una gesta mucho más humana, que no tiene la urgencia ni de la muerte ni del miedo, que es la calidad de vida de la propia gente. Que sí tiene la urgencia de la decencia y de la felicidad, porque somos Jóvenes PPD por humanismo y amor a la gente, y no por una oscura razón de poder.