jueves, 4 de enero de 2007

¿Clase Politica?



Desde hace unos días, más bien semanas, corre por mi cabeza una amarga sensación acerca de la “clase política”. De hecho, ya me gusta poco esa denominación que acabo de usar y que es usada generalmente de los políticos como una “clase” distinta del resto. En una democracia pura, nunca los políticos podrían ser una “clase” distinta. Todavía me gusta menos comprobar que hay apellidos que continuamente se repiten en la política Chilena, tanto a niveles estatales, como parlamentarias y municipales.

La sensación acerca de esa denominación, unida a un interés decreciente de la sociedad por los asuntos que emanan de nuestros dirigentes, y la creciente abstención que vamos comprobando tras cada nuevo proceso electoral me han hecho replantearme la distancia existente entre el pueblo y los políticos, y no sólo eso, sino también las cuotas de poder dentro de los diferentes partidos políticos.

Analizando ésto, llego a la conclusión de que cada vez nos sentimos menos representados por aquellos que a ojos de la legislación vigente, nos representan, y no sólo eso, si no que a una gran parte de la ciudadanía, casi le daría igual si le gobernaran unos u otros, porque ni siquiera se preocupan por ir a votar.

Intento ver desde un punto de vista crítico la manera de proceder de los diferentes partidos políticos, y me doy cuenta que se trata de pirámides de poder de difícil acceso a su punta, en la que unos pocos deciden sobre las mayorías, con el único objetivo de mantener el poder. De hecho, es curioso observar como ante unos comicios, cambian poco los nombres si se ha ganado los anteriores, y por el contrario cambian con más facilidad si se han perdido (tampoco demasiada), aunque en muchos de los casos para nada cambia el programa, que debiera ser lo realmente interesante y valorable.

Todo esto me ha llevado a plantearme la necesidad del Estado de limitar los cargos de representación pública a dos mandatos. Esto quizás podría ayudar a que el ciudadano participara más de la vida política, con constantes cambios en los nombres, y con una conciencia popular de que la política no es una profesión, si no un servicio público, cosa que ahora parece algo distante de lo que piensan los ciudadanos.

Creo que además, esta limitación en el mandato, no sólo ayudaría a acercar al ciudadano la democracia, sino que también seria una buena manera de desenquistar los poderes públicos. Todos recordamos como en el ultimo periodo de Girardi en la camara fue desastrosa en cuanto a corrupción, o conocemos algún municipio en el que la permanencia de las mismas personas durante muchos años han hecho oscura su gestión, sólo hace falta leer los diarios.

A mi parecer, debiera abrirse la participación a la ciudadanía, sobretodo a nivel municipal, donde seguramente es más fácil llevarlo a cabo, pero también se debieran buscar nuevos métodos para facilitar la comunicación entre ciudadanos y gobierno, con las nuevas posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. ¿Nadie cree que si pudiéramos votar por correo electrónico durante un periodo de tres días, por ejemplo, la participación seria mucho mayor? ¿ Y si pudiéramos contestar a una pregunta acerca de una proposición de ley a través de la web del congreso, no tendrían una opinión de los ciudadanos para debatir?

A mi parecer, este problema no es una cuestión de derechas o izquierdas, me parecen tan reprobables e infumables, la democracia y los partidos deben renovarse, y no se debieran poder perpetuar las personas en el cargo, por más que tengan una legión de seguidores que con el tiempo se convierten en caudillos.

4 comentarios:

Emilia dijo...

Gonzalo:
me encanto leer tu artículo, creo que abordas de manera interesante y audaz una realidad que existe en nuestro país,a través de un análisis bastante lúcido.Sin embargo creo que tu idea de limitar a dos periodos la participacion en cargos públicos es custionable. Si una persona hace bien su pega ¿por què limitarlo? solo para darle la oportunidad a todos??? Te dejo una pregunta..si estubieras en un cargo público y realizandolo exitosamente te gustaría se aplicara tu propuesta en ti mismo???.
Sigue escribiendo...un abrazo!!

Ricardo Zúñiga dijo...

"No hay mal que por bien no venga" dicen, y te lo digo porque este tema es difícil. La clase política autónoma de la ciudadanía claro que es peligrosa para la democracia (G. Salazar profundiza en la historia de esos caso en Chile) pero por otro lado ¿cómo se puede llegar aun Estado eficiente si quienes ocupan los cargos claves del país no son profesionales en lo que hacen? Justamente esta es la crítica al gobierno de Bachelet, la falta de experiencia y agilidad de su gabinete. Te lo dice alguien que, como tú, siente que acutalmente no hay mucho espacio para el sano recambio de figuras. Creo que debemos buscar un punto de equilibrio entre estas dos cosas, renovación de políticos y experiencia de los cargos públicos, cosa que no es fácil y que claramente no se ha logrado y no estoy seguro que se lograra con el límite a las repostulaciones.
Un saludo fraterno desde acá.
Me gustó tu blog.

Gonzalo Prieto dijo...

La verdad es que el artículo se encuentra cargado de buenas intenciones, de buenos sentimientos. Pero creo que la cosa pasa por saber ¿Dónde está la acción?. No olvidaré nunca cuando alguien dijo que los espacios no se ceden, sino que se ganan. Esto puede ser un tanto conflictivo, pero a la luz de la historia esa frase adquiere sentido.

No sólo es el equilibrio, que debe ser un clave para la gestión pública. Pero en la política hace falta más que buenas intenciones, hace falta realizar acciones que provoquen ese recambio. Esto no es de la noche a la mañana, tarda años.

Por eso podemos elegir dos caminos, aquellos que estamos y nos gusta esto de la política. Uno ser los eternos suches de algún "iluminado" esos de los mismos apellidos. O dos atrevernos a generar nuestro propio proyecto, nuestro propio espacio cueste lo que nos cueste y tarde cuanto tarde.

Podemos pasar la vida entera en la vereda del frente opinando sobre lo bien y mal que lo hacen otros e incluso que ello resulte muy bien y legitimo. Pero si el objetivo es diferente no nos queda más que buscar los medios para lograrlo en el marco de la democracia.

Ricardo Zúñiga dijo...

Hay un tercer camino, Gonzalo, hacer política de verdad, y ésa, hoy por hoy, no está necesariamente en el parlamento, sino en la gestión del conocimiento. Es cuestión de ver cuànto poder en Chile se ostenta desde los "think thanks", mucho más que desde nuestros partidos.
Saludos.